Tiene alrededor de veinticinco años, es por lo tanto un hombre joven. Es por mucho el más alto y corpulento de los tres. Las piernas largas y la cintura esbelta hacen resaltar el poderío de su torso y brazos. Es varonil y atractivo, cargado de amenazadora dignidad. El cabello negro y cortísimo, casi de recluta, se ciñe a su cráneo potenciando sus facciones. Los ojos son grandes, oscuros e inquietantes, malvados y un poco feroces. El contraste entre ellos (en los que la luz se estanca un poco hostil y maligna) y el pigmento moreno de su piel, hacen aparecer su rostro como sumido en una especie de aciaga palidez. Todo en él pasa por la mirada, a través de la que se percibe el desorden de su alma. Lo que ve se traduce en lágrimas, llora sin que se le descomponga el rostro, sin que enrojezcan sus ojos. Sonríe continuamente pero su sonrisa no es pura y fulgurante, hay en ella algo poco agraciado y forzado que parece hendirle la cara por la mitad, como una herida.
En el pasado ha vivido en perpetua búsqueda de eso que se considera amor. No sólo para tenerlo, sino para darlo y esto acaso más. Su esperanza ha estado puesta en ello más de lo que aconseja la razón, a tal grado que el dolor por no alcanzarlo es tan grande que empieza a destruirlo. Ahora quiere olvidarlo todo. Con placer masoquista se degrada de forma evidente, busca hombres que pasen la noche con él, pero cada vez resulta más difícil y menos satisfactorio, así que a menudo paga por la ilusión de ternura. No obstante, aquel fuego devorador sigue ardiendo dentro de él.
Es boxeador. Proviene de un barrio bronco, está hecho con el material de las frustraciones y las ambiciones del pueblo. Practica el box como un ejercicio profesional, que requiere disciplina, entrenamiento, entrega y dedicación. Tiene un puño demoledor. Es un guerrero.
Trabaja como vendedor en un puesto ambulante de cd’s y películas en un mercado céntrico. Vive solo en un pequeño cuarto en la azotea del gimnasio donde entrena al poniente de la Ciudad.
En el pasado ha vivido en perpetua búsqueda de eso que se considera amor. No sólo para tenerlo, sino para darlo y esto acaso más. Su esperanza ha estado puesta en ello más de lo que aconseja la razón, a tal grado que el dolor por no alcanzarlo es tan grande que empieza a destruirlo. Ahora quiere olvidarlo todo. Con placer masoquista se degrada de forma evidente, busca hombres que pasen la noche con él, pero cada vez resulta más difícil y menos satisfactorio, así que a menudo paga por la ilusión de ternura. No obstante, aquel fuego devorador sigue ardiendo dentro de él.
Es boxeador. Proviene de un barrio bronco, está hecho con el material de las frustraciones y las ambiciones del pueblo. Practica el box como un ejercicio profesional, que requiere disciplina, entrenamiento, entrega y dedicación. Tiene un puño demoledor. Es un guerrero.
Trabaja como vendedor en un puesto ambulante de cd’s y películas en un mercado céntrico. Vive solo en un pequeño cuarto en la azotea del gimnasio donde entrena al poniente de la Ciudad.
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