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viernes, 22 de junio de 2007

Notas para un diario de rodaje. (6)



Martes 19 de Junio de 2007. Sexto día de rodaje en el Distrito Federal
Locación: Cine Tacuba, en la Calzada México, Tacuba. Al norte de la Ciudad.

Por: Joaquín Rodríguez.

El llamado es a las 8 de la noche, y por primera vez desde el inicio del rodaje son advertibles los rostros de numerosos actores (fuera de los cuatro protagónicos o yo), que también formarán parte del elenco en breves intervenciones.

Las escenas a filmarse hoy y los próximos dos días en este lugar corresponden a los encuentros que los protagonistas sostienen en un cine para adultos como los que todavía subsisten en el Distrito Federal.

De entrada, para quien no lo sepa, resulta sumamente interesante el fenómeno de estos cines, que proyectan viejas cintas eróticas de los 70 de naturaleza heterosexual, pero para una audiencia primordialmente masculina que realmente no muestra ningún interés por ver estas películas, sino que aprovecha la obscuridad de estas salas para “ligar” (por no decir tener relaciones fugaces), con otros hombres.

Estas salas, por otra parte, como lo son el Cine Teresa, el Río, y el propio Tacuba, son las escasas sobrevivientes de aquellos viejos cines de antaño, galerones inmensos para cientos de espectadores, y que desaparecieron casi en su totalidad durante la pasada década.

El Cine Tacuba nunca fue un cine notable por su arquitectura ni por belleza de ningún tipo, y de hecho, no era la locación soñada por Julián ni por Roberto. De alguna manera, por tamaño, comodidad para albergar al crew, accesibilidad de su propietario, y el hecho de que sea un viejo cine que todavía se conserva activo (más no en buenas condiciones, aunque esa decadencia se presta para la historia del filme), fue esta la mejor opción para rodar, pero el Cine Teresa, en Eje Central, definitivamente era el sueño dorado de la producción. Por desgracia, no lo prestaron, así de simple, lo cual fue una lastima ya que ese sí es un local sobreviviente del pasado glorioso de las enormes y lujosas salas de cine de esta ciudad.

De hecho, luego de la negativa de los propietarios del Teresa, la búsqueda de nuevas opciones solo patentizo hasta que punto ha cambiado el panorama de la exhibición en el país, y como, por desgracia, los cines de antaño han pasado ya a mejor vida.

Unos, muchos, han sido derruidos, otros transformados en comercios, locales de banco, estacionamientos, etc; y otros más, los menos, permanecen ahí, acumulando polvo y viendo deteriorarse sus instalaciones sin que nadie haga nada. Ese es el caso del Cine Opera, un verdadero palacio que se visitó como una posible opción pero que tuvo que ser descartada ya que diez años de abandono desde la última proyección lo han convertido en una verdadera ruina.

Otras salas en ruinas, como el Ariel, fueron en su momento convertidas en multisalas, es decir, fueron mutiladas (si es que cabe tal expresión), y ahora, ya cerradas, fueron despojadas de sus butacas y demás mobiliario. Solo algunos casos, como el del Metropolitan, son dignos de mención en cuanto a que si bien ya no son cines, fueron rescatados conservando su uso de auditorios para eventos artísticos.

El caso es que en esta ciudad de México de hoy en día sobreviven algunas de estas salas en condiciones de sitios de encuentros para hombres, y eso es lo que Julián retrata en Rabioso sol, Rabioso cielo, y que se filma en el Tacuba.



Mucho, pero mucho, hay que contar de lo que sucedió y sucederá en estos tres días, pero de entrada me parece notable que la cinta que se exhibe para efectos del rodaje, la que verán los protagonistas de Rabioso sol…,



















... cuando entren a la sala inventada por Julián para su historia, es una película de Julián Hernández creada ex profeso para este rodaje. Ya desde el lobby se anuncia Bramadero, el filme erótico que Julián filmó en dos días (es un corto de aproximadamente 15 minutos), y hace aproximadamente dos meses, y con el cual, en cierta forma, se inició informalmente la producción de Rabioso sol…





Digamos que es una película de Julián Hernández dentro de una película de Julián Hernández, y una que, según él, tendrá vida propia ya que se exhibirá también de manera independiente. Por lo pronto, y a juzgar por las reacciones de los que ya la vieron proyectada en el Tacuba (oficialmente, su sala de estreno), ya son muchos los que la quieren para su colección particular.






martes, 19 de junio de 2007

Notas para un diario de rodaje. (5)


Sábado 16 de Junio de 2007.
Quinto día de rodaje en el Distrito Federal.
Por: Joaquín Rodríguez.

Cantú, ataviado para filmar bajo la lluvia torrencial.


Nuevamente la locación es la Casa del estudiante en el centro de la ciudad. Teóricamente, hoy se filmaría el primero de tres números musicales que están contemplados en el guión de Rabioso sol, rabioso cielo. Digamos que esta es una de las “novedades” en esta película de Julián, ya que en tres momentos de la primera parte de la historia, -la parte “realista”, ya que luego da un giro hacia una parte “mítica”-, los personajes intempestivamente cantan.

Ahora bien, lo hacen en singulares playbacks de canciones de Carlos Lico y José José, y se trata más bien de monólogos interiores que subrayan su estado de ánimo, algo así como lo que había hecho Vincent Minelli en En un día claro se ve para siempre.

El plan de rodaje, dada la complejidad de movimientos de cámara, no se ha cumplido en estos últimos dos días, y es por ello que el primero de estos números musicales no pudo filmarse.

Julián ha preferido completar las otras tomas previstas (los personajes de Ryo, Tatei y Kieri), caminando por la calle, bajo la lluvia, o entrando en la Casa del estudiante, empapados, en diferentes momentos.

Julián y Roberto Fiesco han discutido incluso la posibilidad de mover la filmación de estos musicales al final del rodaje, lo cual me hace comentarle a Roberto que esta era precisamente la dinámica de trabajo de los musicales Hollywoodenses de antaño, e incluso en producciones recientes como Chicago, cuyos planes de trabajo siempre separaban la confección de las secuencias musicales de las que no lo eran, dividiendo así el proceso en dos grandes bloques.

Por otra parte, cinco días de rodaje nocturno ya son evidentes en el crew. El cansancio se hace patente a lo largo de la noche, -en esta ocasión se terminó una vez más alrededor de las seis de la mañana-, al observar gente que dormita durante algunos minutos, a veces horas, en los lugares más incómodos e insólitos. Jorge Becerra (Kieri), logró acomodarse entre dos sillas, una frente a la otra, y ahí permaneció aproximadamente en sueño profundo dos horas, y el mismo Julián, que sabemos que ha dormido poco todo este tiempo, dormitó algunos minutos frente al monitor aprovechando un cambio de emplazamiento.

No está de más decir que a veces el trabajo del propio director puede enfrentarse a largos ratos de aparente inactividad, ya que un cambio de emplazamiento conlleva numerosos preparativos, algunos que pueden tomar horas, entre los cuales se cuentan el traslado de rieles para los dollys, y la instalación y ajuste de reflectores, por citar solo dos de los más laboriosos.

Y cuando digo aparente inactividad cito a Alejandro Cantú, quien dos días antes me comentó que en un rodaje siempre está pasando algo, aún cuando parece que no esta pasando nada.

Otro detalle significativo de este día es percatarse de la presencia constante de Meche Carreño en los sets. Durante algún tiempo se contempló la posibilidad de que regresase al cine con el rol de Tatei en esta película, pero esto no se concretó; sin embargo, la figura de ella permanece en el filme, ya que en varios de los sets son advertibles fotografías, o fragmentos de ellas, de quien fuera el máximo símbolo sexual, junto como Isela Vega, del cine mexicano de finales de los 60 y principios de los 70.
En la locación del jueves pasado había una fotografía de La sangre enemiga y un cartel de Los perros de Dios. En la locación de la Casa del estudiante, son evidentes las fotografías de No hay cruces en el mar y nuevamente La sangre enemiga. Después de todo, Meche Carreño sigue formando parte de Rabioso sol, rabioso cielo.

lunes, 18 de junio de 2007

Notas para un diario de rodaje. (4)

Viernes 15 de Junio de 2007.
Cuarto día de rodaje en el Distrito Federal.
Por: Joaquín Rodríguez.


Alejandro Cantú, fotógrafo de esta cinta yde El cielo dividido.

La locación está ahora ubicada en el centro de la ciudad, en la Casa del estudiante, en la Plaza del estudiante, justo en medio del barrio de la Lagunilla. Esta será de alguna manera la sede de la producción muchos de los días que restan, pero el hecho de estar por fin guarecidos bajo un techo no les garantiza a los actores, por lo menos este viernes y mañana sábado, estar secos.

Otra vez, toca filmar numerosas escenas en las que los personajes centrales (Giovanna, Guillermo y ahora Jorge Becerra, el tercer protagonista masculino, Kieri), son sorprendidos por la lluvia, ya sea en las calles aledañas al edificio, al momento de entrar a él, y una vez dentro, dado que se supone que los personajes acaban de ingresar luego de empaparse, habrá que mojarlos de pies a cabeza antes de cada toma.

Resulta evidente que para Giovanna es difícil soportar las empapadas constantes, o por lo menos es ella quien hacia el final de las jornadas ha mostrado mayor incomodidad frente a la cantidad de remojones y de tomas en estas condiciones. Sobre todo en la última de las escenas filmadas hoy, repetida varias veces debido a problemas de iluminación que Cantú, un extraordinario fotógrafo, por otra parte, no alcanzaba a resolver.

En otros detalles del rodaje, es llamativo observar como el enorme aparato que rodea la elaboración de una película llama tanto la atención de transeúntes y automovilistas. Desde el primera día nos hemos visto rodeados de gente que se acerca constantemente a preguntar que se esta filmando, o mejor dicho, grabando, ya que comúnmente este el termino que se emplea para referirse a las filmaciones. Incorrecto ciertamente, pero igualmente erróneo es denominar a los actores “artistas”, o referirse a las telenovelas como “comedias”. ¡Cosas del habla popular que atenta contra el verdadero significado de las palabras todo el tiempo!


El caso es que los mirones están a la orden del día, y son demasiados los que se acercan a preguntar que se está filmando. Una de esos interrogatorios, tal y como lo escuché, siguió el siguiente curso:

- “¿Que se esta filmando?”
- “Una película”.
- “¿Con quien?” –y aquí el interés crece-
- “Nadie conocido”.
- “¡Ah! –la decepción es evidente-.
- “¿Mexicana?”
- “Sí”.“Ah”. –Y el dejo de decepción es ahora definitivo-.


Notas para un diario de rodaje. (3)

Jueves 14 de Junio de 2007.
Tercer día de rodaje en el Distrito Federal.
Por: Joaquín Rodríguez.

Javier Oliván (Tari) en la escena de la lluvia.


Ahora la locación, una vez más remota, es en Periférico y Eje 6, en el Oriente de la ciudad, bajo unas enormes torres eléctricas y a un costado de un campo de futbol de barrio.

Es mi segundo día de llamado como actor, otra vez con Javier Oliván, pero por lo menos esta noche no hay lluvia. Se trata de una escena anterior, en la cronología de la historia, a la que filmamos dos noches atrás, y no hay lluvia. Sin embargo, creo que la hubiera preferido.



Lo que se filma es el primer encuentro de estos personajes, primero a un costado de una caseta, luego teniendo relaciones sexuales bajo un puente, y finalmente enfrentándose violentamente, es decir, ese primer encuentro concluye con una golpiza que el personaje de Javier (Tari), le propina al mío. Y no, lo difícil no fue la escena que conlleva sexo (por el contrario), sino la de la golpiza.




Es realmente complejo montar una escena de violencia en pantalla logrando que sea verosímil, y sobre todo en este caso, ya que una vez más el estilo de Julián nos encierra en el dilema de resolverla en una sola toma, un plano secuencia, sin los habituales cortes que hacen que sea relativamente fácil truquear golpes y efectos de estos.

A favor de Julián, este día como todos los otros, hay que decir que llega al set con una idea muy clara de lo que desea y como desea filmarlo. Si tiene dudas, y creo que las tiene con frecuencia (como todo director que se respete), sabe ahorrarle la evidencia de estas a sus colaboradores, por lo menos a sus actores, y es sumamente claro en su exposición de lo que se va a filmar y como se va a filmar.

En este sentido, fue sencillo resolver actoralmente tanto el encuentro sexual como el enfrentamiento a golpes: lo complicado de la escena de violencia fueron los detalles técnicos tendientes a evitar que pudiéramos lastimarnos, cosa que finalmente, salvo algunos raspones y moretones mínimos, no ocurrió.

Claro está, el rodaje tomó la mayor parte de la noche, pero irónicamente una escena que pudo haber tomado mucho más tiempo tomó menos tiempo que otras. Es el día, por lo menos hasta ahora, que más temprano hemos terminado. No nos sorprendió la luz del sol y nos retiramos de la locación a las 6:20 a.m.

Notas para un diario de rodaje. (2)

Miércoles 13 de Junio de 2007.
Segundo día de rodaje en el Distrito Federal.
Por: Joaquín Rodríguez.

La locación este día es un poco más céntrica. El lugar es el trébol de Calzada de Tlalpan y Viaducto. El set, durante toda esta segunda noche de rodaje (las primeras dos semanas de filmación serán enteramente nocturnas) es la parte superior del puente, el paso a desnivel desde el que se ven pasar a nuestros pies los autos de Viaducto. Los actores citados son Giovanna, y Guillermo Villegas, otro de los tres protagonistas de la historia, y cuyo personaje se llama Ryo.


A un costado de nuestro set se encuentra un viejo edificio que suponemos data de los años 40, el edificio Jeanne D’Arc, una construcción de enorme belleza pero que por desgracia está bastante deteriorada, y además ha quedado cercada por las modernas vías que la rodean. Es algo así como una isla, con pocas posibilidades de acceso, como bien lo ha dicho Roberto Fiesco, productor de Rabioso sol, rabioso cielo, y mancuerna creativa junto a Julián desde su periodo de estudiantes en el CUEC. De hecho, así como ellos han encontrado esta locación han encontrado muchos otros sitios perdidos o ignorados en la ciudad, algo que me sorprende ya que en lo años que he tenido de conocerlos he podido ser testigo de cuan bien conocen la ciudad en la que han crecido y que han convertido en protagonista de sus muchas películas juntos.



Eso resulta evidente para aquellos familiarizados con su cine, uno que ha retratado esta urbe con un detenimiento y cariño poco habituales en las películas nacionales de los últimos años. Esa capacidad de mirar con hondura a la ciudad, por cierto, es también una constante de ese cine clásico mexicano de los 40 y 50, cine que tan bien conocen Julián y Roberto, y que es una constante referencia en las conversaciones sostenidas durante las largas horas de rodaje.


Volviendo al rodaje, la secuencia a filmar durante esta noche será la del primer encuentro de dos de los protagonistas, Tatei y Ryo, encuentro que también, en las últimas tomas de la noche, esta marcado por la aparición de la lluvia. Otra vez, actores mojados hasta la madrugada, y esto se repetirá también en los rodajes del fin de semana.

La primera toma se hizo a las 10:17, y la última justo antes de la salida del sol.

Notas para un diario de rodaje. (1)

Martes 12 de Junio de 2007.
Primer día oficial de rodaje de Rabioso sol, rabioso cielo en el Distrito Federal.
Por: Joaquín Rodríguez.


El llamado fue a las 6:30 p.m. en unas largas escalinatas situadas a un costado del metro Observatorio. Parte del crew es el mismo que acompañó a Julián Hernández en su aventura anterior, el largometraje El cielo dividido. Las constantes entre aquel rodaje y este no solo serán las de su equipo de colaboradores, sino muchas otras, sobre todo en lo que tiene que ver con un autor que define su estilo, y concreta un universo visual y temático perfectamente claro y definido desde sus primeros cortos en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC).

Rabioso sol, rabioso cielo es la continuación de la búsqueda emprendida por Julián Hernández desde sus años de formación escolares, y es ya su tercer largometraje, una proeza en un país que apenas ahora intenta reactivar su industria fílmica, extinguida desde hace 17 años. Sin embargo, y pretendo aclararlo desde ahora a quienes lean estas líneas y se pregunten si esta será “otra” película de Julián Hernández, o mejor dicho, si esta será una repetición de lo ya visto, creo que podemos hablar de una evolución (lógicamente, solo el producto final lo dirá cabalmente), y de una propuesta que reitera temas y obsesiones presentando múltiples novedades.

No tiene caso extenderse mucho en ello porque la descripción de la filmación podrá dar claves de cuan “nueva” es esta película, pero si creo que estamos filmando una película en donde Julián se toma nuevos riesgos, y amplía considerablemente las fronteras de su universo.

Cuando digo filmamos, puedo decir además con cierto orgullo que no solo soy un “invitado” a su rodaje –alguien que tuvo la peregrina idea de escribir un diario de filmación-; sino que formo parte de este universo al colaborar también como actor. De hecho, este primer día de rodaje oficial es también el de mi primer llamado como actor.


Sin embargo, la primera toma, en Observatorio, no me corresponde en esta faceta. Ese honor le corresponde a Giovanna Zacarías, quien filma la primera toma a las 9:14. Esto fue luego de numerosos ensayos (la dinámica habitual en todo rodaje y sobre todo en uno de Julián), y solo puede ser de esta manera ya que se trató de un dolly que sigue los pasos del personaje de Tatei (Zacarías), mientras sube la escalinata lentamente. Más adelante, el rodaje continuará con otra toma en la que ella llega hasta la parte superior de la escalinata, y fue una toma aún más complicada que involucraba un dolly circular, es decir, la cámara giraba alrededor de ella 360 grados, en la que los ensayos fueron aún más numerosos dada la complejidad del movimiento de cámara y la precisión que se requería. Digamos que este es el trademark de Julián, que si bien ha destacado por sus propuestas visuales y sus cuidados encuadres y movimientos de cámara, llevó estos a un grado de suma estilización en El cielo dividido.



La búsqueda, en este sentido, continúa en este largometraje, y la dificultad para sacar adelante las complejas tomas que Julián exige a su fotógrafo, Alejandro Cantú, será otra de las constantes que continúan el tipo de trabajo concretado ya en el largo anterior.
En estas escalinatas, el rodaje concluye aproximadamente a las 11:30 de la noche, y la compañía se traslada a la siguiente locación, una aislada caseta de vigilancia abandonada, situada como a veinte minutos y ya entrados en el barrio de Santa Fé. Ahí intervengo ya como actor (es un personaje secundario), y mi alternante es Javier Oliván, uno de los protagonistas de esta historia, actor egresado del Centro Universitario de Teatro de la UNAM, y que con esta película tiene su primera oportunidad como protagonista.

El resto de la noche (filmamos hasta las 6:15 de la madrugada, a punto de salir el sol) fue complicada para muchos de nosotros, y no solo porque se trataba de una secuencia en la que había que retratar violencia sexual, sino porque toda la acción ocurría bajo una lluvia torrencial, cortesía del equipo de efectos especiales.


En este sentido, es curioso el contraste de ver a dos actores empapados durante toda la noche, actuando frente a un equipo técnico cubierto enteramente de plásticos e impermeables. En mi caso, fue difícil sobre todo soportar los constantes chapuzones, toma tras toma, a lo largo de casi seis horas que tomó concretar tres emplazamientos, todos ellos bajo la lluvia falsa, y padeciendo un frío de madrugada que no se había dejado sentir en las últimas semanas de este caluroso verano. Pero no es queja, porque era evidente la preocupación del equipo por nuestra salud, intentando mantenernos secos la mayor parte posible del tiempo, y secándonos en cuanto se gritaba “corte”.